SANTIAGO.- El domingo es caramelo para la comunidad haitiana residente en Santiago. Cuando cesan las labores domésticas, la venta ambulante y las mezclas de cemento en la construcción, ellos y ellas caminan hacia dos direcciones: el culto cristiano y los goles del fútbol.A la estrecha calle Salvador Cucurullo del Centro Histórico de Santiago, llegan desde distintos sectores de la ciudad. La Iglesia Independiente Asamblea de los Santos la limpian los sábados para recibir el domingo a cientos de haitianos y haitianas, mimados discípulos del pastor Sócrates Guerrier Bernardin.
El oratorio carece de cruces. Y las sillas, en filita india, delimitan las fronteras entre los grupos guiados por misioneros vestidos formalmente. Aferrada a la biblia, las mujeres repiten las enseñanzas debajo del velo blanquecino. Nadia, una princesa de un año, aborta con su gracia y arandelas rosadas la atención de su madre. Muchas haitianas cargan sus retoños a la reunión que culmina al mediodía. Desde las 8:00 am hasta las diez, se desarrolla la Escuela Cristiana donde abordan temas relacionados a la fe divina y asuntos tan terrenales como la fidelidad matrimonial y cómo comportarse en el hogar cuando has sido casado.
De negro, con chaqueta perfumada y un manejo perfecto del español, el Pastor, propietario del edificio donde funciona la iglesia, informó que antes de establecer el templo Asamblea de los Santos, “había muchos problemas entre haitianos, muchos vicios”, pero las jornadas de oración y las clases de cristiandad han logrado “una transformación moral de los haitianos”.
DEPORTE REY
Toto Saintel, obrero de la construcción y jugador aplaudido en el campo, confió a LISTíN DIARIO que los haitianos “serruchan” mil pesos para alquilar el play a quien funge como dueño, Ariel Acosta. Residente en el barrio de Pastor, Saintel informó que juegan sábado y domingo con jóvenes que llegan “de todas partes”. La Otra Banda, Arroyo Hondo, Bella Vista y los barrios de la zona Sur, aportan sus aficionados.,
“Casi todos los haitianos juegan bien el fútbol” declaró Saintel, padre de la niña nacida en el hospital José María Cabral y Báez (aún sin nombrar) que carga y alimenta contento. El público de Bella Vista ha bajado, pero antes de la ríada, la gradería era ocupada por más de 500 haitianos.
Otra estancia deportiva rentada por la colectividad haitiana queda en el sector Pekín, al Sur de Santiago. Alrededor de los dos equipos de once jugadores cada uno, cientos de haitianos siguen el desempeño de obreros la semana entera, ataviados de atletas, una vez cada siete días.





